Dorothea Lange «Una firme activista de la fotografía Social»

Dorothea Lange manejaba en una carretera camino a su casa en Berkeley, California tras un mes de trabajo en la ciudad de Los Ángeles. A medio camino, a la altura de Nipomo, un poblado de San Luis Obispo, pasó junto a un letrero que leía: Pea-pickers camp (campo de recolectores de guisantes). Por unos 20 minutos se siguió de largo, pero algo la jaló de regreso. Cuando llegó al campamento se encontró con una congregación de más de dos mil migrantes agricultores, Owens Thompson, sentada bajo un toldo y rodeada por sus seis hijos, era una de ellos. “Vi a la hambrienta y desesperada madre y me acerque como atraída por un imán”, contó Lange después. La fotografió varias veces mientras la mujer le platicaba que llevaban días sobreviviendo de vegetales que encontraba en los campos, congelados por las lluvias de invierno, y pájaros silvestres que los niños cazaban. El rostro de esta mujer, curtido por el sol y el cansancio, se convirtió en el ícono de una época.

De joven pasaba los días en las calles del Lower East End en Nueva York observando las diferencias entre pobres y ricos. El barrio de la escuela a la que asistía se acababa de convertir en uno de los nuevos vecindarios judíos de la ciudad. Familias con muchísimo dinero y otras que luchaban por migajas se mezclaban en las calles que Lange observaba con fascinación. Las desventuras la llamaban y las historias “de aquellos que nunca fueron escuchados” le resultaban elocuentes y con mucho por decir.

Creyente de la fotografía como promotora de cambios, Lange dedicó el resto de su vida al retrato social. Ella aseguraba que sus fotografías le daban color a la gente”, haciendo visible la inequidad en una sociedad renuente a ver el sufrimiento provocado por el capital. Con su trabajo, la fotógrafa pretendía demostrar que

“la pobreza generalizada no debía ser achacada a la gente pobre, sino a la gestión económica, es la economía, no la gente, la que necesita una reforma”

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